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CD Independiente de Vallecas: fútbol con principios

Publicado: 21 / 12
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CD Independiente de Vallecas: fútbol con principios

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Tras una andadura de casi dos años, marcada en los últimos meses por la pandemia del Coronavirus, el Club Deportivo Independiente de Vallecas continúa en pie de guerra y fiel a sus principios fundacionales: barrio, clase obrera y antifascismo.

Vallecas huele a barricada, a humo, a lucha obrera. Un aroma bien diferente al que se percibe en otros muchos barrios de Madrid. Un aura especial invade cada rincón, cada comercio, cada bloque de edificios. De Entrevías a Portazgo y de San Diego a Nueva Numancia. Puro carácter combativo. Cultura de resistencia frente a todo y todos. En este contexto nace, en verano de 2018, el Club Deportivo Independiente de Vallecas, uno de los últimos invitados a la mesa del fútbol popular en España. Pero, ¿qué es eso del ‘fútbol popular’?

La etiqueta de ‘fútbol popular’ se contrapone al conocido como ‘fútbol negocio’, es decir, el lucrativo bussines en que se ha convertido el balompié profesional, con sus estructuras empresariales, principalmente en forma de sociedades anónimas deportivas, sus transacciones millonarias, que conducen de manera inequívoca a la pérdida de protagonismo del socio, abocado a un absoluto segundo plano como mero abonado, y su vertiente más resultadista. Es precisamente el rechazo al fútbol mercantil el que provoca que el ánimo de lucro quede descartado si se trata de un club de accionariado popular.

En las antípodas del fútbol moderno

El fútbol popular ve la luz a principios de siglo en Inglaterra, cuna del deporte rey, de la mano de los seguidores del AFC Wimbledon. Hartos de las tropelías del propietario del club, que incluso había decidido trasladar el equipo a Milton Keynes y cambiar su nombre original por el de MK Dons, los aficionados wombles deciden organizarse y fundar un nuevo equipo bajo una sencilla premisa: “un socio, un voto”. Esta fórmula alternativa garantiza, no el éxito a nivel deportivo, pero sí la eterna vinculación del club con su comunidad más próxima, con la parroquia local. Ya nada ni nadie podría arrebatarles lo que más querían, a su amado Wimbledon.

La receta funciona. El club regresa a las manos de quienes verdaderamente viven, sufren y se sacrifican por él: los fans. Mediante un sistema de democracia directa, basada en el funcionamiento asambleario y las comisiones de trabajo, todas y cada una de las decisiones que se toman en el seno de la entidad son consensuadas previamente con su masa social, lo que, además de ser efectivo en el día a día, contribuye enormemente a incrementar la identificación de los aficionados con el equipo. Lo sienten suyo. Ya no son solo clientes. Su papel ya no se reduce únicamente a adquirir el pase de temporada, acudir al estadio los fines de semana o comprar la nueva camiseta al inicio de cada temporada. Ahora, ellos son los verdaderos protagonistas.

El ejemplo del AFC Wimbledon pronto se extiende a otros puntos de la geografía británica y mundial. En Manchester, los seguidores del United toman buena nota de los pasos dados por sus homólogos sureños y, cansados del férreo mando ejercido por parte de la familia Glazer, deciden desvincularse por completo del equipo de sus vidas y crear, desde cero, uno nuevo: el FC United of Manchester. Más recientemente, cabe destacar el caso del Clapton CFC londinense, que aglutina un nutrido grupo de seguidores españoles con motivo del homenaje brindado a la II República en su segunda equipación de la temporada 2018 – 2019.

En España, el modelo de las sociedades anónimas deportivas también ha traído graves perjuicios para los fans: grandes inyecciones de capital que quedan finalmente en nada, inestabilidad deportiva e incluso, en los casos más graves, desapariciones de clubes históricos de la talla del CD Málaga, la UD Salamanca o el CD Logroñés. Al igual que en Inglaterra, los aficionados han optado por no quedarse de brazos cruzados, movilizarse y salvar o, al menos, tratar de honrar al equipo de sus amores.

El primer brote verde en el fútbol popular español fue el Atlético Club de Socios, fundado en 2007 por un grupo de aficionados colchoneros descontentos con la gestión de la familia Gil. Tras él han llegado otros muchos: Unionistas de Salamanca, CAP Ciudad de Murcia, UC Ceares, SD Logroñés, FC Tarraco, UD Ourense, Xerez Deportivo, Avilés Stadium, UD Aspense, CFP Orihuela, CP Almería, Rosal FC, UP Palencia y, más recientemente, CD Cuenca Mestallistes, Ortuellako Jendea y el CD Independiente de Vallecas.

No es Vallecas fiera para domar

Camino de los dos años desde su fundación y con el objetivo fijado en superar los 300 socios del curso pasado, el Independiente de Vallecas continúa al pie del cañón, dando guerra y honrando sus valores fundacionales: deporte democrático como herramienta para la transformación social, en busca de una sociedad más justa e igualitaria y contra el fascismo, la homofobia, el racismo, la xenofobia, el machismo, la exclusión social, el individualismo, la especulación y el clasismo. Todo ello a través del balompié, con su equipo masculino y, por supuesto, también con el femenino.

Un club con alma, que trasciende lo meramente deportivo para involucrarse en el día a día del barrio, en la compleja realidad social de Vallecas, tan convulsa como romántica. Esta idea se concentra a la perfección en su primera campaña de abonados, basada en la intro de la afamada película Trainspotting y que vio la luz en el verano de 2019, justo antes de arrancar su primera temporada: 

“Elige respetar un escudo. Elige una camiseta digna. Elige jugadores que sí te representen. Elige compromiso. Elige animar. Elige patrocinadores decentes. Elige emocionarte. Elige no pitar cuando la cosa se pone fea. Elige no jugar un puto lunes. Elige crecer de forma natural. Elige no depender de un jeque. Elige mojarte. Elige pelarte de frío en invierno. Elige no ser equidistante. Elige ganar. Elige perder. Elige empatar. Elige sentido de pertenencia. Elige que no te entiendan. Elige que te tachen de loco. Elige Vallecas. Elige barrio. Elige elegir. Elige proponer. Elige votar. Elige algo más que fútbol. Elige no ser un cliente. Elige ser dueño de tu club. Elige La Burdeos”.

“Queremos ganar, pero eso no es incompatible con defender nuestros principios”

Daniel Palacino, uno de los socios fundadores del Independiente y que en la actualidad ostenta además el cargo de presidente, explica como “esta bendita locura arrancó con una conversación muy informal, casi en broma, en verano de 2018, entre cerveza y cerveza. Pronto comprendimos que Vallecas era el lugar idóneo para desarrollar un proyecto de estas características. La mayoría éramos seguidores del Rayo, hartos de este fútbol galáctico, hartos de ser el último mono, de no tener ni voz ni voto. Poco a poco nos fuimos liando y, sin casi saber cómo, acabamos por fundar un equipo de fútbol popular por y para sus aficionados”.

Palacino se muestra, además, muy orgulloso de lo que significa el club más allá del césped, al margen de lo que ocurre durante los 90 minutos de juego. Se trata no solo de “ser” mientras dura el partido, sino de “seguir siendo” una vez el colegiado indica el pitido final. “Uno de nuestros objetivos al fundar el Independiente es que se pareciese mucho al barrio, que sea un reflejo de lo que este siempre ha sido y sigue siendo ahora mismo. A modo de homenaje. En nuestros estatutos, hemos dejado claro que somos un club contrario al fascismo, a la homofobia, al machismo, a la especulación, al individualismo… Valores que son propios del barrio y que deben primar siempre frente a los resultados deportivos”, afirma.

“Cuando explicamos esto de los principios, la gente se suele extrañar. Nos preguntan si queremos ganar o queremos defender unos ideales. Obviamente queremos ganar. A todo el mundo le gusta ganar. Pero, además, creemos que nuestros principios, lejos de ser un hándicap, pueden conducirnos más fácilmente hacia la victoria”, añade.

Esta filosofía se traduce en todo tipo de iniciativas, ayudas y colaboraciones con distintas asociaciones vallecanas como Tribu VK. Desde donaciones a recogidas de ropa o juguetes, pasando por el apoyo a trabajadores y vecinos en muy diversos conflictos. Intentamos que cada partido en casa sirva para dar visibilidad a una causa. Por ejemplo, en el conflicto laboral de la Empresa Municipal de Transportes de Madrid (EMT), los trabajadores vinieron al campo con pancartas, realizaron el saque inicial, donamos la rifa para ayudarles… En otro encuentro pedimos la readmisión de una trabajadora por haber estado de baja médica. Se trata de aprovechar los partidos para, en la medida de nuestras posibilidades, echar un cable a quien lo necesite”, apunta Palacino.

Once hinchas sobre el césped

Carlos Castellanos dirige, junto a Eduardo Arroyo, la sección masculina del Independiente. Señala con total convencimiento que “tanto los entrenadores como los jugadores compartimos absolutamente la filosofía del club, su lado social y político. En otros lugares esto no ocurre. Los jugadores van y vienen, generalmente por dinero. Los mismo ocurre con directivos y trabajadores. Aquí es diferente”.

Paula Marín y Patricia Vigara, jugadoras del femenino, corroboran las palabras del técnico: “Cuando descubrimos el proyecto, a nivel social, sus valores, alucinamos. No podíamos creer que existiera un club así. Con esa filosofía. Completamente al margen del dinero y el negocio. Nos parecía una maravilla y nos apuntamos sin dudar. Además, el barrio en el que nace, la diversidad cultural, el respeto tanto dentro como fuera del campo… Son valores que están estrechamente vinculados al deporte y que, por desgracia, muchas veces se olvidan en el fútbol actual, donde parece que solo importa ganar”.

El vestuario está 100% involucrado en las iniciativas que promueve el club. Tanto es así que hemos creado una especie de hucha para recaudar dinero y, a final de temporada, donarlo a las asociaciones del barrio”, concluyen.

Equipo y afición, un todo indivisible

Ángel Piqueras y Rita Moreno son fieles aficionados del Independiente. No solo acuden cada fin de semana a animar al equipo, tanto en La Unión, las instalaciones deportivas donde “La Burdeos” defiende sus colores cuando toca jugar en casa, como fuera, sino que se involucran en distintas tareas que resultan imprescindibles para sacar adelante el proyecto. 

“Lo que aquí se vive es el fútbol de toda la vida. Fútbol de barrio. La gente baja a ver jugar a los chavales, apoyar al equipo de su zona y echar el domingo. Uno cobra las entradas en la taquilla, otro sirve las cervezas en el bar… Todo el barrio participa de su club”, destaca Ángel.

“Después de muchos años viendo fútbol, por fin he logrado identificarme con un club. Con sus valores e ideales. Sentirse parte de un todo. Eso es lo más importante”. 

Si a ello se suma el ambiente festivo que se vive en cada partido, el resultado es una auténtica fiesta. “Equipo y afición vamos juntos a todos lados. Somos un bloque. Tanto de local como de visitante. Esto llama mucho la atención a los jugadores y aficiones rivales. ¡Flipan! Jugamos en tercera regional, la categoría más baja y aun así ves a 50, 100 o 200 personas animando sin parar”, agrega.

Por su parte, Rita pone en valor la cercanía entre los distintos estamentos que componen el club: “El trato con los jugadores y la directiva es muy cercano. Hace que te sientas partícipe en todo momento. Somos uno. ¡Cómo si yo también me calzara las botas los domingos! Además, tras los partidos, nos tomamos una cerveza todos juntos. No se puede pedir más”.

Esta unión indivisible se concreta, además, en los estatutos del club. De acuerdo con los mismos, el equipo jamás podría abandonar Vallecas. O lo que es lo mismo, nunca podría trasladarse a otro barrio o localidad. Tampoco podrán ser alterados los símbolos del equipo, tales como el nombre o el escudo. El objetivo no es otro que fomentar los lazos con su comunidad más próxima.

“Ama tu barrio, odia las casas de apuestas”

Otro de los elementos distintivos del Independiente es su taxativo rechazo a cualquier tipo de patrocinio que consideren ilícito, como inmobiliarias, prestamistas o empresas de trabajo temporal. Así está dispuesto, también, en sus estatutos. Destaca entre todos ellos la lucha contra la llegada masiva de casas de apuestas y salones de juego a los barrios más humildes y que, además, lucen en sus camisetas la inmensa mayoría de equipos en el fútbol profesional español.

“En los estatutos dejamos claro que jamás una casa de apuestas va a patrocinar a nuestro equipo. Son una lacra para barrios obreros como Vallecas. Arruinan la vida de familias enteras, y es por ello por lo que estamos completamente en contra. El deporte en general y el fútbol en particular deben ser una alternativa y no servir como escaparate para este tipo de negocios”, argumenta Ángel.

El coronavirus no lo pone fácil

La pandemia de la COVID-19 ha supuesto un auténtico terremoto para todos los estamentos de la sociedad. Un antes y un después que se ha traducido en una crisis social y económica de gran magnitud. Si los clubes punteros del panorama futbolístico mundial se han resentido (tanto es así que LaLiga apunta a pérdidas totales que ascienden a millones de euros), más aún lo han hecho “los de abajo”, los amateurs, los más humildes.

“En Vallecas, el virus está pegando con fuerza. Muchísimos infectados y también muchas muertes. Es un auténtico drama. Sin embargo, contra lo que podría parecer, a nivel de socios no nos hemos resentido demasiado. ¡De hecho estamos subiendo! Tenemos casi 100 socios más que el año pasado. La masa social va creciendo y, sin pandemia, seguro que habríamos crecido aún más”, reconoce Palacino

No obstante, no es oro todo lo que reluce… “Desde el punto de vista económico, en cambio, es más complicado. No sabemos si vamos a poder competir durante todo el curso, pero tenemos que prepararnos como si fuese a ser así. Los gastos son fijos, pero los ingresos no. Por ejemplo, en caso de tener que jugar sin público, perderíamos una buena parte de ingresos relacionados con las consumiciones en el bar, las rifas… De momento estamos invirtiendo, pero luego… ¡A ver qué pasa!”, apostilla.

Hay quien va más allá y considera que, en estas circunstancias, el simple hecho de plantearse jugar es una auténtica locura. Una irresponsabilidad que podría salir muy cara, no solo a nivel económico, sino sanitario. 

Si de mi dependiese, no habría fútbol este año. Con la salud no se juega. Prefiero perder una temporada y que mi gente esté sana. Además, ha habido jugadores que, hasta hace unos días, ni siquiera podían entrenar. No tiene ningún sentido jugar en estas condiciones”, manifiesta con rotundidad Ángel.

Un futuro prometedor

En un contexto global de gran incertidumbre y temor con motivo de la pandemia del COVID-19 y la crisis social y económica que la acompaña, los lazos fraternales que unen a los barrios humildes cobran mayor importancia. A este respecto, el fútbol popular tiene mucho que decir. Se deja a un lado la búsqueda incesante de rendimiento deportivo y económico inmediato, dando prioridad a los aficionados, a las personas, a las relaciones humanas. Así, el fútbol popular se convierte en un abrigo para todos aquellos que han decidido bajarse del barco del balompié, al verse este arrastrado por la deriva mercantilista, y que buscan un fútbol y, por ende, un mundo más humano y solidario.

Es muy probable que el Independiente de Vallecas no alcance jamás las categorías más altas del fútbol español. Seguramente, nunca vaya a ganar un título. Y, aún así, hay quien prefiere vivir de primera mano esta realidad a ser uno más del rebaño que aglutina, cada fin de semana, el fútbol profesional. “Ganar, ganar y ganar”, como decía el sabio de Hortaleza. O no. Habrá quien haya comprendido que, en el preciso símil de la vida que es el balompié, se pierde más de lo que se gana y que el orgullo de defender unos valores justos está por encima de cualquier triunfo.

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