Al refrán “uno no debería alegrarse de las desgracias ajenas” se debería haber añadido la coletilla “…siempre que no den como resultado un buen disco o un libro increíble”. El 28 de Agosto de 2009 (además de ser el cumpleaños de Bojan Krkic) empezaba la época más trágica y oscura de la vida de Liam Gallagher. Aunque tiene un punto sádico celebrar la derrota de tus ídolos, creo que sin aquello no hubiésemos podido disfrutar de dos discos de una banda que muchos clasifican como fracasada pero que, para mí, ha dejado destellos imposibles de apagar.
Si Beady Eye fuese un futbolista sería Denilson o Djalminha, pura autenticidad, pero también irregularidad y albedrío. Algo complicado de entender, pero imposible de no admirar. Sus dos discos, Different Gear, Still Speeding y BE nos han dejado perlas como Soul Love, Beattles and Stones o la que pasa para muchos por ser su “única canción memorable”, The Roller, que Gem Archer (guitarrista de la banda) ya había compuesto para Oasis antes de que Noel dejase el grupo en aquel concierto de París. Cada cierto tiempo sobrevuela las redes el rumor de que los hermanos de Manchester van a regresar.
Reconozco verdadero temor a que eso ocurra y sufrir un infarto de miocardio o sabe dios qué dolencia peor que me impida verlo con mis propios ojos. Por eso creo que sería mejor hacerlo en plan desescalada y que primero vuelva Beady Eye. Aunque a decir verdad, el que probablemente no superaría su regreso sería el propio Liam.
Una de aquellas perlas que trajo la breve vida de la banda vino en forma de colaboración con el club de su vida, el Manchester City, en el año 2011. La marca Umbro sacaba en aquel verano de 2011 un vídeo en cuya primera escena aparece Liam Gallagher caminando de espaldas. Ante sí, al avanzar, la camiseta del City. Liam se para ante ella, con gesto de adoración. Se inclina y besa el escudo. Acto seguido se pasea a su alrededor, admirándola, comprueba la etiqueta y se gira ante la cámara para alzar los brazos como un auténtico hooligan. Sólo dice “Mancity”, como una única palabra, una unidad semántica con inconfundible acento de Manchester. Es la escena que todo fanático de un club querría protagonizar. Es el momento en el que dices “sólo por esto ha merecido la pena”. El escudo está por encima de todo.
Acto seguido, Beady Eye interpreta Blue Moon, himno del que la afición del City se apropió hace aproximadamente 30 años, no se sabe muy bien por qué. Según podemos leer en la propia página del club, Gary James, un experto en la historia del City, recuerda que la escuchó por primera vez en la temporada 89-90 en un viaje del equipo a Liverpool: “En Anfield, los aficionados del City tenían que esperar un rato para abandonar las gradas después del partido y los compañeros empezaron a cantarla. Cantaron una versión melancólica, pero fue pegadiza”. La estética del vídeo recoge esa melancolía a la perfección, con una nebulosa y un fondo azul que recrean esa luna sobre la que el grupo toca.
Y es que aquel año Umbro fue un paso más allá en el diseño de la camiseta del Manchester City, convirtiéndola en un homenaje al cántico que se escucha en el Etihad Stadium. Sobre la tela azul, desde abajo, una serie de puntos de un tono más oscuro se alzan hasta el pecho, dibujando en sus límites la silueta de unas ondas sonoras. Esas ondas sonoras son el resultado de traducir las voces de la grada del City cantando Blue Moon al esquema de ondas longitudinales con el que se transmite el sonido. Este detalle se repite en el cuello, sobre la etiqueta, en la que podemos leer a cada uno de los lados del esquema de ondas el título de la canción. Este mismo esquema de ondas se repite en la parte trasera, en una pequeña costura lateral. Es sin duda una camiseta especial, no solo por un diseño estéticamente muy bonito sino por los materiales y el tacto. Es una de esas camisetas que uno guarda con cariño y a las que, a veces te quedas mirando en el armario.
Blue Moon ha sido versionada por más de 60 bandas o músicos y entre ellos se encuentran artistas del nivel de Bob Dylan, Frank Sinatra o Rod Steward, pero quizá la versión del Beady Eye sea diferente por lo mismo que Gary James comentaba: la melancolía. Las mejores canciones del grupo son aquellas en las que vemos su lado más íntimo e, incluso, doloroso. Algunos temas tienen un punto oscuro, con pocos arreglos. Soul Love es un buen ejemplo de ello. Quizá solo Liam en aquel momento, teniendo que dejar el grupo de su vida, sumido en una espiral de deudas, divorcios y drogas era el único capaz de captar aquella melancolía inicial con la que un grupo de aficionados, por aquel entonces muy acostumbrados a perder, empezó a cantarla a finales de los 80. Para un Liam enfrentado a muerte con su hermano Noel, cantar el himno de su equipo, era quizá una forma de estar cerca de él. Quién sabe si alguna vez se volverán a poner la camiseta de Oasis y pisarán algún estadio. En cualquier caso, el escudo está por encima de todo.