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La ilusión año tras año: el paquete de cromos

Publicado: 23 / 09
Categoría: Fútbol

La ilusión año tras año: el paquete de cromos

Publicado: 23 / 09
Categoría: Fútbol

Y de repente, un día, sin saber muy bien cómo, te despiertas y ya es otoño. Hace frío, la luz es distinta y ya no hay barcos en la ría, es otoño. ¿Cómo nos ha podido pasar? ¿Cómo ha podido suceder si ayer estaba siendo la final de Champions y habíamos pasado el día en la playa? Si nos han cambiado el culebrón del verano para septiembre y se nos está juntando la vuelta al cole con los fichajes del año que viene. Como por arte de magia hemos amanecido en el otoño igual que el Dépor amaneció un día en 2ºB por arte de Tebas.

Y es que no es fácil empezar un curso nuevo sin haber acabado aún el anterior. Hubiera sido más elegante que nos hubiesen robado el verano a manos llenas, quitándonos el mercado, los anuncios de las nuevas camisetas, los rumores, los amistosos, las giras por China y los fans enloquecidos. Se nos ha mezclado todo y tenemos el calendario desordenado. El fútbol, para muchos, es aquello que ordena nuestra vida y este año es complicado diferenciar unos días de otros aquí, en la frontera entre la temporada que casi no fue y la que no sabemos si será. Entonces te mentalizas y dices: “a ver, no está tan mal, los días fríos tienen su encanto” igual que te intentas convencer de que jugar contra el Langreo no puede ser tan dramático.

Eso funciona el primer día, después te vas del trabajo una hora antes de que acabe tu turno sin saber muy bien por qué, tienes frío de vuelta a casa, pero aguantas y llegas, te pones un Nesquick caliente en la máquina y piensas que ahora sí, que un Nesquick caliente es todo lo que necesitas para olvidar tu mal día. Vuelves a la cocina y el Nesquick es ya un océano en el suelo. En ese momento estás tú y el tipo que recibe los burofaxes en el Barça como las personas más desgraciadas del planeta Tierra, que me lo imagino al pobre dando vueltas por su oficina diminuta, planteándose darle un golpe a la impresora y decir que no había recibido nada en toda la tarde.

Hay quién piensa que los días malos son una concatenación de desgracias diminutas que suceden porque los astros se alían. Mentira. Los días malos son siempre fruto de un mal planteamiento táctico. Son que te metan el primer gol y ya tengas que jugar al contragolpe lo que queda de día. Son el Lyon pensando que siempre habrá un Sterling para fallar a bocajarro.

Pensándolo bien, casi mejor que nos hayan robado el verano, porque ya no estamos en su juego. Porque tenemos que aprender a vivir en 2ºB. Porque un mal día no será que te gane el Valencia, será que te gane el Sporting B. Será no existir en los resúmenes de la jornada. Será que suene Cuando fuimos los mejores de fondo cada vez que te reúnas con tus colegas. Ves los nombres de los jugadores que se van con esos montajes de Instagram, dando las gracias sin saber muy bien por qué. Sin pedir perdón, sonriendo con su nueva camiseta, recordándote lo frágil que es tu existencia, que como tú hay miles, millones. Los fichajes, que son el sinónimo más obvio de la palabra ilusión, los coges con desconfianza. Ahora ya estabas acostumbrado a esa relación de amor-odio con los anteriores. A decir que no valían ni para jugar en el Coristanco de pre-benjamines un día y al siguiente que menuda perla teníamos. Cuántas perlas de un día. ¿De verdad puede el corazón de un aficionado soportar tanto dolor?

Sí, se puede. Y no es un lema. Se puede. Este año todo será más pequeño. Pincharemos enlaces de algún hacker ruso para ver a nuestro equipo. Ojalá poder escuchar un Deportivo – Coruxo en ruso. Ojalá se abra una brecha en el espacio tiempo y el Depor – Compos nos traslade a los 90, a aquellos gloriosos 90 con Caneda y Lendoiro. Con el film dorado de Estrella Galicia, con los narradores de la TVG, con los descamisados, las tapas de callos y la publicidad de Escuris y Leyma. Ojalá muchas perlas de un día. Ojalá suba alguien de la cantera que nos ilusione.

En casa seguirá todo como siempre, pero más en casa. Trabajaré. Ella estará ahí. Siempre estará. Y estará Liam, que es un gato que casi se llama Roy Makaay (pero a mi suegra lo del nombre compuesto no le convencía). Puede que el único truco sea pasárselo bien a pesar de todo. Esta semana Luis Fando publicaba en Twitter un vídeo de un Wigan-Sunderland del año 88 en el que los fans del Sunderland desplazados, ante un partido absolutamente soporífero, decidían que era más divertido tirarse por un terraplén de barro en la grada que atender al campo. Al final eso es todo. Sunderland till I die. Deportivo till I die.

Cuando me pierdo en esta frontera entre la temporada que casi no fue y la que no sabemos si será, entre un final de verano y un principio de curso que se solapan, entro en una librería y compruebo si hay cromos de esta temporada. Entonces compro un par de sobres y corro a casa a abrirlos con ella. Los cromos son como la constante de una fórmula matemática, nos recuerdan dónde estamos. También, y a pesar de todo, indican que algo nuevo empieza, aunque tengamos el álbum del año pasado a medio acabar. La vida puede ser un Sunderland-Wigan y el paquete de cromos un terraplén.