La pelota ha vuelto a rodar en el fútbol español. Una pieza más del castillo de naipes que entendemos por ‘nueva normalidad’. De hecho, el bombardeo es constante. Varios partidos al día, repartidos a lo largo de la tarde y la noche, con gradas vacías y sonido enlatado. Una vez más, el aficionado de a pie se queda al margen. Disparate tan triste como cierto. Sensación de ‘sálvese quien pueda’: la liga debe completarse sí o sí. ¿Por el bien del deporte? No. Por el bien del negocio.
Afortunadamente, en tiempos oscuros para aquellos nostálgicos que, con más corazón que cabeza, aún confiamos en la faceta humana del balompié, se mantienen en pie proyectos de índole social tan conmovedores como el del CAP Ciudad de Murcia – CEPAIM. Antes del parón, este humilde equipo, filial del sonado Ciudad de Murcia, uno de los pioneros del accionariado popular en nuestro país, ocupaba la novena plaza de la Segunda Autonómica murciana, la categoría más baja de la región, y, aunque a priori pudiese parecer un modesto club como tantos otros, su historia es una prueba más del valor que posee el fútbol como herramienta de transformación social.
Un equipo formado íntegramente por migrantes, en su mayoría refugiados, y jóvenes en riesgo de exclusión social, ese fue el mantra a partir del cual surgiría el CAP Ciudad de Murcia – CEPAIM en verano de 2018. Poco importa la categoría o la posición que se ocupe en la tabla. El objetivo no es otro que dotar a los jóvenes que llegan a nuestro país huyendo de la guerra, el hambre o la violencia de las herramientas necesarias para conseguir un futuro mejor. Convivencia, educación en valores, aprendizaje del idioma… Factores que maridan a la perfección con el fútbol y que sirven para alejar la marginalidad que traen consigo la calle o los centros de menores. Más si cabe cuando el tormentoso proceso de regularización de los chicos dificulta su plena inserción social y laboral.
El proyecto es posible no solo gracias al Ciudad de Murcia, sino también a la Fundación CEPAIM que, desde 1994, trabaja en favor de la convivencia y la cohesión social en todo el país. Tanto es así que CEPAIM es uno de los principales organizadores del ‘Torneo en Red por la Inclusión’, donde se disputan encuentros de fútbol entre los jóvenes migrantes con los que trabajan. A raíz del éxito de esta propuesta, celebrada de manera consecutiva durante varios años, surge la idea de crear un equipo federado y que compitiese durante toda la temporada.
En la actualidad, el vestuario del CAP Ciudad de Murcia – CEPAIM está conformado por un total de 17 futbolistas, procedentes en su mayoría de países africanos como Camerún, Guinea Conakry, Mali o Marruecos. No obstante, el plantel ha llegado a superar las 23 fichas por temporada. El número de jugadores fluctúa en función de aquellos que optan por continuar su proceso migratorio hacia países como Francia, donde ya residen sus familiares. Además, cuentan con tres jugadores nacidos en Murcia, que actúan como nexo de unión más directo con la comunidad. Este refrito de nacionalidades, tan poco usual en el fútbol regional, funciona como una vía más para tender puentes hacia la integración.
Lejos de conformarse, tanto CEPAIM como el Ciudad de Murcia manejan, con vistas al futuro, un ambicioso proyecto: la creación de una escuela de fútbol que cuente con casa de acogida para los jóvenes que militen en el filial. Aunque pueda parecer lejana, dada la escasez de apoyo económico por parte tanto de entidades públicas como privadas, se trata de una iniciativa innovadora y que pretende mejorar las duras condiciones de vida de los inmigrantes que lleguen a tierras murcianas.