La incertidumbre se ha convertido en el jugador más empleado por los clubes desde que la pandemia entrara en juego. Las medidas temporales que se han implementado tras la reanudación de la competición siguen sin dar respuesta a los vacíos actuales. El retorno a los estadios, la reducción de ingresos, un mercado de fichajes atípico, la inquietud que genera la próxima temporada, un calendario apretado y la expansión del virus hacen que el fútbol cargue con una mochila llena de interrogantes.
La salud, lo primero
“El fútbol tiene el reto de asegurar que se puede jugar sin que los jugadores se infecten”, explica Marc Menchén, director y fundador 2Playbook. De momento, ni siquiera éste se ha podido cumplir al 100%.
Lejos queda el mediático caso del Fuenlabrada que jaqueó la Segunda División española y que alertó al deporte de lo rápido que se podían torcer las cosas, pues “estropeó un protocolo muy serio que se había puesto en práctica”, analiza Pedro Cifuentes, periodista de El Confidencial.
Con la competición doméstica ya finalizada desde hace casi un mes -a falta de la promoción de ascenso-, los positivos se han disparado y han puesto a prueba los métodos empleados hasta la fecha para la contención del virus. Las Palmas, Cádiz, Granada, Eibar, Real Sociedad, Castellón, Betis, Barça, Oviedo, Levante, Rayo, Valladolid, Osasuna, Athletic, Almería, Celta, Huesca, Valencia, Atlético y Sevilla son una larga lista de clubes que han confirmado positivos en su plantilla en las últimas semanas.
La explosión de casos tras la finalización de la competición y el también reciente brote en el Marsella, que ha obligado a atrasar el arranque de la Ligue 1, obligan a preguntarse qué hubiese ocurrido si las plantillas hubiesen tenido positivos mientras se desarrollaban las ligas.
“Creo que ha sido suerte que no hayan salido casos positivos antes en todas las competiciones”, afirma Marc Menchén. “Replicar el modelo de la NBA era lo que quería LaLiga, crear una burbuja y que la competición se desarrolle de esa manera mientras no haya certeza de que no puede haber contagios puntuales”. ¿Será está la solución de cara a los próximos meses?
Salarios, deudas y despidos
Una semana después de ganar la FA Cup, el Arsenal anunció la destitución de 55 trabajadores debido al impacto que la pandemia había tenido en sus cuentas. “En un club de fútbol trabajan muchos empleados, y esta crisis acabará repercutiendo sobre ellos si no se regresa a los ingresos del mundo anterior en un plazo razonable”, explica Pedro Cifuentes.
Dicen que sin afición no hay fútbol, pero los estadios vacíos no solo han provocado una adaptación al ruido seco del balonazo (o quien lo prefiera, al del sonido virtual), sino que “gran parte de los ingresos radica en la asistencia, en las tiendas que tengas abiertas los días de partido y en el ticketing”, como puntualiza Francisco Cabezas, periodista de El Mundo.
“Para los clubes el reto va a ser asumir una caída del 50% en sus ingresos”, analiza Marc Menchén. “El golpe será más importante el año que viene y la rebaja salarial, que parecía una cosa puntual de esta temporada, se va a tener que extender a la 20/21”.
La afición, la incógnita más fluctuante
Sin vacuna, no habrá un retorno masivo a los estadios, y aunque hay propuestas que plantean aforos reducidos, el riesgo sanitario sigue siendo alto. Un pequeño desliz o imprudencia puede causar un problema ciertamente grave. Por ello, “el fútbol va a estar muy pendiente de una vacuna que pueda normalizar la situación, pero va para largo”, admite Francisco Cabezas.
“No es sostenible pensar en un fútbol sin aficionados”, declara Marc Menchén. “Es una circunstancia excepcional, no es la situación que quiere nadie, pero los clubes necesitan seguir funcionando al igual que lo hace un restaurante”.
A pesar la evidente falta de calor humano en los estadios, los clubes están intentando paliar dichas carencias por medio de la tecnología, y desde World Football Summit consideran que esta temporada atípica es una oportunidad de oro para que los clubes puedan acelerar el fan engagement virtual. “La globalización ha cambiado el concepto de aficionados. Hoy en día, la mayoría de los seguidores están repartidos por el mundo y es importante que los clubes utilicen las herramientas digitales para generar una mayor interacción”, expone Jan Alessie, director de WFS.
Cuatro de cada cinco españoles prefirieron seguir las retransmisiones de LaLiga con el sonido artificial del FIFA*, algo que, según Jan Alessie “ayuda a normalizar la experiencia del espectador en estos tiempos extraños”, añadiendo que “si la situación persiste y los clubes siguen viéndose obligados a jugar sin aficionados, veremos otras iniciativas interesantes”.
* El Confidencial. Cuatro de cada cinco españoles eligen ver el fútbol con los sonidos enlatados del FIFA.
El mercado de fichajes, bajo el microscopio
El deporte rey vivía en un estatus de invencibilidad que parecía no correr ningún riesgo. El mercado se infló por encima de sus posibilidades y se llevaron a cabo traspasos millonarios poco comparables con el valor de mercado de los jugadores. Los clubes pulverizaban sus récords con cada nuevo fichaje. Dicen que la avaricia rompe el saco.
“Volveremos a ver operaciones que no tienen ningún sentido”, explica Francisco Cabezas. “Aquí van a tener mucha responsabilidad los clubes estado, pues una vez pones el dinero en el mercado la burbuja volverá a inflarse”, puntualiza.
Un ejemplo de ello son los fichajes de Coutinho y Dembélé, los más caros de la historia del Barcelona y por los que se pagaron “cifras que estaban fuera de mercado simplemente porque el Barça había recibido los 222 millones de euros de Neymar”, expone.
“Dudo que este verano veamos ese tipo de movimientos”, analiza el periodista de El Mundo. Como alternativa, los clubes están planteando los traspasos a la vieja usanza, un jugador por otro. Esta es una manera fácil de acometer las operaciones sin dejar agujeros en el bolsillo, como por ejemplo ha ocurrido en el caso de Arthur y Pjanic.
Los intercambios puros y duros parecen ser, sin embargo, una solución efervescente para un problema que lleva gestándose desde hace varias temporadas. “Creo que es imaginativa, pero engañosa, es pan para hoy y hambre para mañana”, concluye.
Los contratos televisivos, ¿los únicos ganadores?
La idea detrás de los contratos televisivos es que haya una garantía de fútbol cada fin de semana, pero tras la concentración de meses de competición en un periodo reducido, las cadenas y operadoras han visto cómo el valor de su producto ha disminuido y, como especula Francisco Cabezas, “posiblemente los derechos no valgan lo mismo cuando estás obligado a ver una grada vacía o una recreación de público virtual”.
Sin embargo, el sector audiovisual ha salido ganando porque “hemos consumido más contenidos, pero tampoco creo que se hayan beneficiado en exceso de la situación”, expone Marc Menchén. Según el director de 2Playbook, los contratos tendrán que adaptarse para “introducir cláusulas en función de este tipo de circunstancias”.
Para Jan Alessie, “nadie gana en una crisis como esta, con tantísimas implicaciones humanas, sociales y económicas”, pero sí cree que esta etapa puede ser un examen para que las cadenas “testeen nuevas tecnologías e iniciativas que permitan dar un salto cualitativo importante y mejorar la experiencia del telespectador”.
¿Nadie se acuerda del fútbol amateur?
Las categorías aficionadas siempre se han caracterizado por su resiliencia en momentos complicados, principalmente en situaciones en las que el capital ha sido protagonista. Sin embargo, sin competición y afición, su supervivencia está en la cuerda floja. “El fútbol no profesional va a sufrir muchísimo para mantener sus débiles estructuras”, afirma Pedro Cifuentes.
“Al final el problema es el mismo, pero a diferente escala”, añade Francisco Cabezas. “Dependen del apoyo del aficionado y esas pocas vías de ingresos que tienen cada fin de semana las van a perder”.
Y ahora, ¿hacia dónde hay que mirar?
El fútbol se enfrenta a una situación inusual y a una lista de desafíos sin precedentes. A menos de un mes para que vuelvan por completo las competiciones domésticas, los clubes exprimen cada idea y solución para poder capear el temporal de la mejor manera posible.
“Al final de lo que se trataba era de salvar la industria y esta temporada lo han conseguido, pero vamos a ver en que condiciones se puede iniciar la próxima”, observa Francisco Cabezas. “Es un tiempo para tener la cabeza fría y para aprender las cosas que se han hecho mal en la última década”.
Para Jan Alessie, es fundamental que los clubes “alimenten un vínculo emocional más fuerte con su masa social para hacer frente a esta crisis”.