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Entrevista a Enrique Ballester: fútbol de salón, literalmente

Publicado: 08 / 12
Categoría: Fútbol

Entrevista a Enrique Ballester: fútbol de salón, literalmente

Publicado: 08 / 12
Categoría: Fútbol

No recuerdo qué hacíamos aquella tarde en el Primark. Ella, que sabe que mi fanatismo por Liam Gallagher me ha llevado a una particular obsesión por las parkas, la cogió en la mano y me dijo “mira, esta seguro que te gusta”. Tenía un estampado tweed, larga por debajo de la cintura y con la cremallera subida hasta el mentón. Perfecta. Es curioso como algunos objetos nos acaban acompañando casi tanto como las personas o los hechos que definen un espacio de tiempo concreto si encontramos cobijo en ellos. La llevé a todas partes. Llegó al partido del Nantes para el que teníamos entradas y nunca llegamos a ir. Entré en marzo en su casa con aquella parka puesta y no salimos de allí, ya sin ella, hasta mayo. Aquella parka tenía algo que la hacía especial más allá de lo estético: en sus bolsillos cabía exactamente, como si su diseñador fuese un lector harto del libro de bolsillo y de la lectura de aeropuerto, Barraca y Tangana, de Enrique Ballester. Eso me permitió hacer mejores algunos días de partido, aquellos en los que mis amigos no tenían coche y tenía que ir en tren. Me llevaba el libro y leía dos artículos en el trayecto de ida y dos en el de vuelta.

Aquel día el Dépor jugaba contra el Cádiz, yo llevaba mi parka y mi libro, como de costumbre. La grada estaba llena y en nuestra portería Gaku le puso un pase entre líneas a Sabin Merino de estos que ya sabes que van a ser gol antes de marcarlo. De estos en los que la imaginación predice milésimas de segundo de futuro. Una avalancha de gente vino hacia mí y acabé en el suelo, enganchado entre dos asientos, la tragedia de Hillsborough pasó un poco por mi cabeza, no lo voy a negar y la idea de ser un mártir no me convenció, pero al instante me rescataron ocho o diez brazos de desconocidos. Eché las manos al bolsillo y no tenía mi libro. Miré hacia arriba y vi a mis amigos señalando algo. Era un chico en la penúltima fila de la grada, levantando Barraca y Tangana como si de un trofeo se tratase, como si el Rey le acabase de hacer entrega de la Copa, sonriendo entre los gritos y los abrazos de la gente. El libro pasó de mano en mano y acabó volviendo a mí. Eso es un poco Barraca y Tangana, una alegría, el trofeo de los que perdemos más veces de las que ganamos, artículos que celebras como si fuesen goles al llegar al punto y final.

Hablamos con Enrique Ballester sobre Barraca y Tangana, sobre Otro libro de fútbol y, como no, sobre que Nick Hornby ya lo ha (d)escrito todo en esto del mundo del fútbol.

 Acabas de sacar Otro libro de fútbol, que es la continuación de Barraca y Tangana, que es a la vez una compilación de artículos de los diarios en los que has trabajado, ¿cómo surge la idea de pasar todo ese trabajo a un libro? ¿Era algo que tú ya tenías en mente o que te propusieron?

Cuando me encargaron la serie de columnas que se recopiló primero en ‘Barraca y Tangana’, y ahora dos años después en ‘Otro libro de fútbol’, yo estaba escribiendo para la editorial Libros del KO una especie de dietario con impresiones e ideas sobre la vida y la actualidad. La mayoría de piezas de ese borrador acabaron dando fuste a las columnas, por lo que la editorial consideró que tenía sentido publicarlas en un libro. Así fue con ‘Barraca y Tangana’, y como funcionó ahora repetimos con ‘Otro libro de fútbol’.

Siempre has dicho que explicar lo que es Barraca y Tangana es tan complicado que lo mejor es que el lector vaya directamente a un artículo y lo lea, pero también escuché que una de las ideas para este segundo libro era titularlo «ni puta idea de fútbol», ¿crees que este título también define bien tu estilo? ¿Cómo surge el que yo creo que es el mejor movimiento de marketing del año, el título de este libro?

Lo de llamarlo ‘Otro libro de fútbol’ empezó como una broma sin gracia y así se quedó. Ahora tengo que dar la cara y explicarlo. No sé, tiene varias lecturas. Primero, y básico, que da lo que promete: es otro libro de fútbol. Después también pasaba que, cuando me preguntaban por ahí si estaba escribiendo algo, si tenía algo literario en mente, y contestaba que no, que lo de siempre, me contestaban con cierta decepción, en plan ‘otro libro de fútbol, escribe de cosas serias’, pero no. También es un homenaje a un personaje de los comienzos de La Hora Chanante, un personaje bastante asqueroso, pero de mis preferidos, Marlo. En un sketch iba a un programa literario, El rincón de Agnes, a presentar un libro, que se llamaba ‘Un libro’, y cuando Agnes le preguntaba el porqué de ese nombre tan ridículo, Marlo explicaba que era un estrategia de marketing, porque la gente va a las librerías a por ‘un libro’, y entonces vendería mucho. Total, una tontería, pero ahí está.  

Ahora que se habla mucho de la normalidad yo creo que uno de los puntos fuertes de lo que escribes está en que reflejas la vida de un tipo normal que vive el fútbol a su manera, ¿crees que quizá en el periodismo deportivo existe una burbuja y al final desconectan tanto de esa normalidad que por eso no hay más gente de tu estilo?

No lo sé, puede ser. Yo puedo hablar por mí. Considero que ser periodista es tan normal o anormal como ser carpintero o tendero. Es solo un oficio, aunque algunos se flipen. Desmitificar es una consecuencia lógica de reírme de mí mismo, algo bastante habitual en las columnas. Tenemos nuestras miserias como cualquiera, nuestros miedos y nuestras ilusiones. Imagino que por eso conecto con muchos lectores.

Una de las cosas que más loables me parecen de ti es que has conseguido hacerte un nombre muy importante en España pero sin tener que irte a Madrid, ¿en algún momento te lo has planteado?

Cada uno tiene sus circunstancias vitales. Si no fui a Madrid con 25 y pocas ataduras, porque me gustaba vivir en Castelló, ahora con 37, dos hijos y una serie de responsabilidades crecientes, lo veo menos probable. En el fondo, no estar en Madrid ni en Barcelona, ni siquiera en València, puede haber sido una ventaja. Tengo toda la libertad del mundo para escribir de lo que quiero y como quiero, sin ataduras, y eso para un columnista es fundamental. Siento que no me encasillan en ningún bando, y que la gente se acerca a mis textos sin prejuicios, y eso es una suerte. Además desde aquí también puedo colaborar con medios de Madrid (El Día Después) y de Barcelona (El Periódico, RAC1). O la propia editorial, que es de Madrid. Como digo cada caso es un mundo y yo ya he hecho más de lo que jamás imaginé. Pero bueno, nunca se sabe.

Y ¿qué sientes cuando lees por ejemplo las citas de la capa del libro o eso de que eres “el mejor cronista del fútbol español”? Evaristo de La Polla Records siempre decía que él había aprendido a ser educado y no sentir nada ante los halagos porque en realidad le daba mucho corte.

Siento felicidad y orgullo, claro, porque son halagos de profesionales a los que admiro muchísimo. Eso sí, hay que andarse con ojo. El ego es un asunto peliagudo, tanto en el periodismo como en el fútbol. Si no tienes el suficiente, te comerán las críticas; pero si tienes demasiado te comerás a ti mismo.  

 ¿Crees que es un buen momento para la columna, que al fin y al cabo es un texto bastante breve, cosa que se puede adaptar mejor a estos tiempos, o que Youtube se va a acabar comiendo el periodismo escrito?

Llevo casi 15 años escribiendo columna y cuando empecé ya escuchaba que el papel estaba muerto, que la gente no leía, que ‘mucho texto’, que desaparecerían los periódicos, y ahí seguimos. Lo bueno de este momento, como consumidor, es que tenemos mucho donde elegir. Cada uno encuentra lo que quiera. 

¿El fútbol funciona bien para contar historias porque está lleno de tópicos? Quiero decir, al final cuando escribes sobre fútbol hay muchas cosas que no tienes que explicar

Funciona porque al explicar las cosas a través de él puedes conectar con muchos lectores que han vivido experiencias similares a las tuyas, con independencia de su nacionalidad, su generación o su clase social. Es un instrumento preciso para viajar desde lo particular a lo universal, y también desde la anécdota a lo atemporal. 

Una de las cosas que creo que también hacen muy interesante lo que escribes es que al final te expones mucho y expones muchas cosas de tu vida, ¿en algún momento eso ha tenido alguna consecuencia negativa o has pensado “bueno, esto mejor no lo pongo porque ya es demasiado”?

Supongo que hay una autocensura inconsciente. Utilizo a menudo el yo, pero las desgracias no se cuentan. La mayor desgracia que he metido en una columna es que mi hijo se está haciendo del Getafe, y la leyó Cucurella y le ha enviado un vídeo y una camiseta, así que ni tan mal.

Me ha pasado ya algunas veces que tengo una idea que me parece buena y llega el sábado, leo tu columna y resulta que ya la has escrito tú. Creo que a ti esto te pasaba mucho con Nick Hornby, ¿te ha pasado o te pasa con algún autor?

Jajaja, sí. A veces pasa. Con Hornby, por ejemplo. Escribí en ‘Infrafútbol’ algo que comentaba a menudo con mis amigos cuando el Castellón bajó a Tercera, que cómo íbamos a abandonar, que uno se hace de un equipo de una manera casual, como se enamora de una persona, sin pensarlo demasiado y sin ser consciente del dolor que en el futuro ese enamoramiento le va a causar. Y ya lo había escrito Hornby. O las supersticiones antes de los partidos. O acordarte de fechas y lugares por los partidos de tu equipo. Imagino que todos nos repetimos. Esa es parte de la gracia, que contamos cosas que hemos vivido, y los demás también, y por eso se empatiza.

Escuché que eras tan fan de Enric González que fuiste a visitar una de las casas en que había vivido cuando era corresponsal, ¿para ti es tan estrella un jugador como un cronista o pones casi al mismo nivel lo bueno que sea un partido como lo bien que esté contado?

Y me hice una foto junto a la fachada de la casa. Por la cara que puso cuando nos conocimos y se lo contaron, seguramente tengo una orden de alejamiento. Me gusta mucho leer una buena crónica, pero me parece mucho más difícil jugar un gran partido que contarlo.

Has hablado muchas veces del videoclip de Morata con Taburete, pero yo creo que el pobre tiene el referente de Torres con ECDL, ¿te acuerdas de este videoclip?

No, gracias. 

Si La estrella de David o La buena vida fuesen un futbolista, ¿quién sería?

La Buena Vida sería Xabi Alonso. La Estrella de David, quizá Mágico González.

Se te estropea el teléfono un viernes por la noche antes de irte a tomar una cerveza con los amigos, que es cuando dices que salen las mejores ideas, y no puedes guardar nada en notas, ¿Saldrías con una libreta o es demasiado ya?

No salgo sin móvil ni loco. 

Cuando te leía escribir sobre la caída a los infiernos del Castellón, le veía un punto romántico que me parecía mucho mejor que estar vagando por primera y segunda como alma en pena, pero ahora en 2ºB tengo la sensación de que este tipo de cosas son siempre más bonitas contadas que vividas, ¿no?

Desde luego. La prosperidad quizá no sea tan literaria como la desgracia, pero es mucho más bonita.

Después en esto de los descensos hay un punto moralista que es toda la gente que sigue apoyando al equipo, pero te lo vende como la obra de su vida, que hasta parece que está más a gusto perdiendo que ganando que a ver, ¿qué vas a hacer? Tampoco hay otra opción, ahora ya estamos condenados a ser de este equipo, esto es un contrato que se firma de por vida, aunque lo hayas firmado con Makaay y ahora tengas a Rolán, ¿nos creemos todas las aficiones muy especiales cuando en realidad todas nos parecemos mucho entre nosostras?

Así es.

¿Crees que el Covid va a transformar la forma que tenemos de vivir el fútbol? El ambiente de los estadios, etc…

Ya lo ha hecho. Por lo pronto ha minimizado el factor campo. También está condicionando las preparaciones de los equipos, etc. Está siendo un fútbol extraño e incompleto, sobre todo por la ausencia de aficionados en los estadios. Pero bueno el fútbol con gente era como salir de fiesta con 20 años, y el de ahora salir con 37 años. No es lo mismo, pero no por eso vas a dejar de salir. 

En tus textos muchas veces he percibido que no te gusta mucho el lema este de «odio eterno al fútbol moderno» y como que adviertes que ojo con la nostalgia porque es muy peligrosa. Yo creo que ahora mismo hay incluso una industria montada en torno a la nostalgia en el mundo del fútbol, que de hecho tendría más sentido que un tipo del Dépor o del Castellón la tuviesen porque no es lo mismo jugar contra el Manchester United que contra el Guijuelo, aunque solo sea porque los cánticos molan más con la influencia del Britpop pero ¿a qué crees que responde este sentimiento generalizado?

Es un tema que cada vez me da más pereza. Sobre todo cuando se justifica el odio al fútbol moderno (cuándo empieza el fútbol moderno es otro debate) con un blanqueamiento del fútbol del pasado, que era aún más racista, machista y violento, por lo general. Por no hablar de dopaje o amaños, sobornos o falta de derechos laborales en aquellos tiempos. O presidentes caciques. O mangoneos políticos. O periodistas lamentables. Más allá de la nostalgia está la Historia. Evidentemente el fútbol actual es mejorable, pero para criticar lo de ahora no es necesario reivindicar lo de antes. De hecho, es falaz y contraproducente. 

¿Una camiseta que no te quitarías ni para dormir?

La del pijama.

Ya para terminar, ¿algún autor que estés leyendo o que te haya dicho algo últimamente?

Ota Pavel.