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El Brentford: Big Data y Metaversos sin saber multiplicar

Publicado: 25 / 11
Categoría: Fútbol

El Brentford: Big Data y Metaversos sin saber multiplicar

Publicado: 25 / 11
Categoría: Fútbol

El suplemento de Negocios de El País de esta semana reservó un hueco de su portada para una foto del trofeo de la Premier League y un titular: “El exbanquero Benham golea en la Premier”. Dentro encontramos una página entera dedicada a Matthew Benham, efectivamente, un exbanquero que hizo fortuna a través de las apuestas y el Big Data y que ahora es dueño del Brentfort, equipo londinense recién ascendido a la máxima categoría del fútbol inglés.

La página funciona como elogio, a veces un poco exagerado, de la “gran” gestión que Matthew está haciendo del equipo, conocido por haber aplicado un modelo de análisis de datos, aprovechando el algoritmo matemático para valorar la compra de jugadores de poco valor que luego vende por cantidades de dinero mucho más grandes o monitorizar los resultados de los entrenadores en base a unos determinados objetivos estadísticos. En esta dinámica del triunfador-innovador encaja también que Benham sea propietario del FC Midtjylland danés, con el que ya ha ganado tres veces la Superliga (la de Dinamarca, no la que estás pensando, pero dale tiempo) y que en el Brentford haya decidido prescindir de la cantera del club, sustituyéndola por un equipo B de jóvenes jugadores a los que les garantiza 35 amistosos al año durante dos temporadas. Por supuesto, la intervención del casi divino expresidente del Bank of America viene precedida de una inversión de unos 103 millones de libras, por si os da por creer mucho en lo de los datos y os ponéis como locos con la calculadora y el equipo de futbito de vuestro primo esperando desbancar al Córdoba Patrimonio de la Humanidad del liderato en la LNFS de la noche a la mañana. La estadística no florece si no se riega con una buena lluvia de billetes.

Nos está quedando una Premier League entre lo de los jeques y lo del Big Data que es para enmarcar. Es verdad que el nivel de la competición sube cada año, pero muchas veces pienso que el precio que se paga por ello es demasiado alto. Lo clubes ingleses suelen tener una identidad muy marcada, suelen tener una tradición, un conjunto de significantes que los dotan de una idiosincrasia que ebulle al entrar en contacto con otras. El fútbol en Inglaterra ha sido siempre patrimonio de la clase trabajadora. Objeto de análisis antropológico. Manifestación geográfica, cultural y social por excelencia. Si los datos entran, si no hay cantera, si no hay cultura de club, si no hay rivalidades, si solo quedan los números yo pillo la boina, la Harrington y la Guinnes y me voy por donde he venido, por la puerta de cualquier Pub con moqueta.

Es algo que últimamente, y a temor confeso de estar siendo un reaccionario, me tiene de los nervios: los datos, las redes sociales, el Big Data, el Metaverso y la tecnología en general. Hace unas semanas he tenido la suerte y el privilegio de incorporarme como profesor de refuerzo a un centro educativo de mi zona y he descubierto las grandes virtudes de nuestro sistema educativo y los grandes defectos. Y no deja de llamarme la atención cómo es posible que hayamos otorgado a los niños ordenadores y pantallas táctiles para estudiar si todavía no hemos encontrado la mejor metodología para que aprendan las cuestiones más básicas relativas a la aritmética, el lenguaje, la historia, la filosofía, la geometría y un largo etc. Es más, no logo entender cómo es posible que hayamos puesto en manos de niños y niñas de nuestro entorno un aparato que nosotros todavía no sabemos utilizar y que reconocemos públicamente que afecta a nuestro deterioro cognitivo y emocional. Es como salir a la calle con gorra, bolso y zapatos, pero completamente desnudo. Como decirle a tu hijo que a ver si él sabe calibrar la pistola nueva que te has comprado, que tú no entiendes muy bien cómo funciona la cosa.

A pesar de mis temores, repito, a estarme convirtiendo en todo aquello contra lo que siempre he luchado (lo que sería básicamente madurar), he encontrado algunas voces que coinciden conmigo en esto, como la de Andreu Navarra, que dice que “los institutos no pueden competir con el mundo virtual porque a muchos alumnos no les importa su futuro, sólo les importa su presente en las redes”. Si incorporamos las redes a los centros se genera esta contradicción entre el futuro y el presente, entre el esfuerzo que da resultados a largo plazo y el estímulo que genera satisfacción de inmediato. Y es que el problema, igual que pasa con el Brentford, no es con la tecnología, no, es contra su uso acrítico e inconsciente, basado en hábitos de consumo y en la lógica del beneficio. ¿Quién puede estar en contra de la tecnología? ¿Habéis conocido a alguien que manifieste su posición en contra de la rueda o del alcantarillado de las ciudades? Ambas cosas son inventos tecnológicos, pero a diferencia de la industria del Big Data, nos han permitido a lo largo de la historia ocuparnos de cosas más importantes, como leer, compartir tiempo con gente, aprender a tocar un instrumento, etc, y no han generado una red de consumo ilimitado que secuestra nuestra atención impidiéndonos hacer otra cosa. Ambos inventos, rueda y alcantarillado, nos han permitido ganar tiempo, el algoritmo nos hace perderlo.

El fútbol se ha vuelto ignorante de su propia historia y la sociedad que estamos educando también. Así, La historia ocurrirá dos veces: “la primera vez como una gran tragedia y la segunda como una miserable farsa”, lo escribió Marx en El 18 brumario de Luis Bonaparte. La educación se ha convertido en un capítulo de Los Simpson, aquel en el que Lisa advierte a Bart que su nuevo colegio interactivo es solo un entrenamiento simulado para los nuevos trabajos precarios del futuro: riders de Uber y repartidores de Amazon. ¿Entrenarán la autoexplotación los niños del futuro en el Metaverso? ¿Acudiremos a ver jugadores casi perfectos y virtuales? ¿Dejará de oler a hierba en los estadios? Lo único cierto es que, por desgracia, la tecnología seguirá sin resolver las contradicciones de clase, raza o género de la sociedad, tan reales como una entrada a la espinilla del jugador con mejores estadísticas del Brentford. Hubo un tiempo en que pensé que nosotros, los maestros y maestras, seríamos capaces de sembrar una semilla de igualdad en los colegios, de dar alguna alegría que celebrar a los que nunca tienen nada que celebrar, como dice Stromae en su nueva canción Santé. Ahora no lo tengo claro, la semilla no florece si la tierra está seca y el cielo es una pantalla táctil de la que no cae ni una gota de agua.