Jugador fetiche donde los haya. Dimitar Berbatov aparentaba ser un hombre de pocas palabras, frío y poco comunicativo. Eso sí, cuando tenía el balón en los pies su espíritu recorría los 10.000 kilómetros que hay entre Bulgaria y Brasil y se llenaba de pura samba.
Clase, clase y más clase. Un jugador que hacía que el fútbol pareciera fácil. Disfruten: