Niños de barrio, patios de colegio, campos de asfalto, rodilleras en el chándal y el cuello de la chaqueta subido. Quién no se lo ha levantado y ha sentenciado Au revoir. Ese mítico anuncio de la marca Nike marcó una generación.
Y es que Éric siempre fue así, ¿nunca te preguntaste por qué las chicas prefieren a los chicos malos? Debe ser ese toque de duro y confianza que nos faltaba a los enclenques y con gafas como yo. Casaca roja, erguido, espalda ancha, mirada desafiante y el número 7 recorriendo el Reino Unido como el Cid Campeador.
Pero, ¿y si esto nunca hubiera pasado? Y es que Cantona, en su paso por Marsella, acumuló más pena que gloria, más polémicas que goles y tras dos cesiones infructuosas, decidieron venderlo al modesto Nîmes. Lejos del nivel que demostró en el Auxerre, que le llevó a debutar con gol incluido con los bleus.
Llegó al Nîmes Olympique como gran apuesta de su presidente (Jean Bousquet es el creador de Cacharel, ya os sonará cuando pongan sus colonias en Navidad). Le dio los galones del equipo, incluso brazalete de capitán, intentando arengar a un equipo recientemente ascendido, pero fracasó. Un balance de 17 partidos y dos goles no lograron sacar del descenso al equipo, fue el desastroso balance de la estrella del Nîmes. Pero su punto más crítico llegó en un partido contra la AS Saint-Étienne, lo expulsaron por pegar un balonazo al árbitro tras pitar una falta, ¿a qué nunca os lo hubierais imaginado? Tras esto, la federación francesa decidió castigarlo con cuatro partidos, pero Éric que no llevaba muy bien lo de ver, oír y callar, llamó «idiotas» a los miembros de la comisión de disciplina, que aumentaron a dos meses la pena para el 7.
Éric Daniel Pierre Cantona hastiado y enfadado por sentirse incomprendido dentro del mundo del fútbol, el 12 de diciembre de 1991 anuncia en rueda de prensa que se retira del fútbol cuando sólo tenía 25 primaveras.
Menos mal que Michel Platini, seleccionador nacional y su ayudante Gerard Houllier, le convencieron de que más allá del Canal de la Mancha había futuro para ese chico arrinconado de Marsella. El fútbol nos dio otra oportunidad de disfrutar de The King, pero eso es ya otra historia.