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¿Puede el deporte de élite llevar a la depresión?

Publicado: 08 / 02
Categoría: Fútbol

¿Puede el deporte de élite llevar a la depresión?

Publicado: 08 / 02
Categoría: Fútbol

El fútbol argentino y uruguayo están de luto, y por lo tanto el deporte en general. Un deportista, amado por muchos y temido por sus adversarios en el terreno de juego, fue encontrado sin vida en su domicilio. Santiago ‘Morro’ García, goleador histórico de Godoy Cruz, equipo que milita en la Primera Argentina, se encontraba apartado de su equipo y pasando un mal momento personal.

Según los medios de comunicación todo apunta a que el futbolista de 30 años se suicidó como consecuencia de un cuadro depresivo, por el cual estaba en tratamiento. Este hecho, aunque parezca aislado, demuestra uno de los tantos casos que relacionan la depresión con el deporte de élite.

Grandes deportistas como Andrés Iniesta, Rafael Nadal o el boxeador inglés Tyson Fury, reconocieron sufrir depresión o ansiedad en algún momento de su carrera. Por ello entendemos que la depresión no entiende ni de deportes, ni de de fama, ni estatus socio-económico.

Cualquier persona que no haya vivido el deporte profesional en primera persona puede cuestionárselo ¿Cómo es posible que un jugador de futbol, bien conocido por todos, de la talla de Andrés Iniesta o el portero por excelencia de la selección italiana, Gianluigi Buffon, puedan sufrir ansiedad o depresión? ¿Cómo puede ser que Rafael Nadal no llegue a sentirse seguro en una pista de tenis, habiendo liderado durante mucho tiempo el pódium de la ATP?

Entonces, ¿qué lleva a un deportista de élite a caer en un estado de ansiedad/depresión? Según el psicólogo Ángel Cañizares: “El deporte de élite y su consecuente estrés prolongado en el tiempo, hace que muchos deportistas puedan desarrollar patologías psicológicas”.

Intentemos desmenuzar los posibles focos de estrés en el mundo del deporte. Existen dos tipos de presiones: la primera se trata de la presión positiva/motivacional, que se da cuando un deportista está nervioso o en tensión por un partido importante, lo cual le hace estar muy concentrado y poner todos los sentidos en el partido. En segundo lugar está la presión negativa, que sucede cuando por la cabeza del deportista pasan pensamientos como: “si no hago un buen partido el entrenador me va a sacar”, “si fallo el siguiente pase el público me va a silbar”, o “si me lesiono perderé el próximo contrato”. Este tipo de pensamientos habituales en la mente de un deportista y, donde antes todo era felicidad y desparpajo, ahora hay miedo y frustración.

La imagen o percepción que tenemos de un deportista compitiendo, tanto para bien como para mal, está muy relacionada con su imagen fuera del campo. Son muchos los deportistas que admiten que esa relación de identidad en el ámbito profesional-personal es lo que les hace sufrir. Jugar un mal partido o cometer fallos importantes hace que su autoestima baje y que uno no se sienta bien consigo mismo. Un ejemplo que lo ilustra muy bien fue el caso del exjugador del Barça André Gómez, que afirmaba que sentía pánico al salir a la calle.

Hay pocos trabajos que sean tan propensos a la crítica como el deporte, donde todo el mundo opina y critica a su antojo (y por eso lo hace tan grande). Por otra parte, hay pocos trabajos en los que las opiniones de los demás influyan en tu día a día. El deportista percibe la sensación de que no tiene sólo un jefe con autoridad sobre él, si no que su actuación tiene que ser aprobada, desde su entrenador, pasando por los periodistas, los aficionados y por su propio entorno más cercano. Todo esto hace que un deporte pueda ser una gran fuente de felicidad cuando va bien, pero puede suponer un gran estrés cuando va mal.

Esperemos que este trágico incidente del ‘Morro’ González haga que todos veamos que el deportista, por muy irrompible que parezca dentro del campo, puede romperse fuera.

DEP Santiago ‘Morro’ González.