El deporte, como fenómeno de masas, arrastra tras de sí lo mejor y lo peor de la sociedad en que vivimos. Valores como el respeto, el compañerismo o la solidaridad están a la orden del día, copan portadas en los grandes medios de comunicación y muestran la cara más amable de la práctica deportiva. Sin embargo, por desgracia, también lo están actitudes del todo despreciables como son el machismo o el sexismo, que campan a sus anchas tanto en el terreno de juego como en las gradas y que, en muchos casos, no aparecen en antena o no son condenadas de forma unánime. Al menos no como debieran.
Para tratar de combatir esta lacra, hay quien aboga por la táctica del “ordeno y mando”. Es el caso de los legisladores, tan preparados a nivel académico como alejados de la realidad que se palpa en la calle. Estos, bajo el paraguas de las élites políticas y económicas que todo lo pueden y desde la comodidad de un despacho con buenas vistas, seguramente adornado con butacas de cuero y cuadros de dudoso gusto estético, elaboraron la famosa (y tan criticada) Ley 19/2011, de 11 de julio, contra la violencia, el racismo, la xenofobia y la intolerancia en el deporte. Una norma que, desde el punto de vista del aficionado “activo” (entiéndase aquel que no se conforma con disfrutar de su pasión a través de la “caja tonta”, sino que acude presencialmente a eventos de calado deportivo, se involucra con su club y se ve obligado a soportar medidas punitivas con carácter disuasorio, que no logran su objetivo y que distan, en muchas ocasiones, de ser justas y proporcionadas), se antoja del todo ineficaz. Más bien papel mojado. Una solución de cara a la galería y que no ha sido capaz de paliar la situación.
Por otro lado, está quien decide “pisar calle” y combatir estas despreciables actitudes desde el terreno, en el barro, alejados de los focos mediáticos. Archiconocido, gracias en parte a su excelso marketing, es el caso del FC St. Pauli alemán, un club de fútbol íntimamente ligado la clase obrera hamburguesa y que desarrolla todo tipo de campañas encaminadas a combatir la discriminación en el deporte rey. Sin necesidad de trasladarnos a miles de kilómetros, es posible encontrar en territorio nacional ejemplos de asociaciones y clubes que pretender llevar a cabo esta difícil empresa, sin apenas medios pero con la cabeza bien alta, orgullosos de ser quienes son. Entre ellos destaca especialmente el caso del Club Esportiu Les Panteres Grogues, el primer club polideportivo LGTBI nacido en España.
Con sede en Barcelona, Panteres Grogues, tal y como se define en su página web es una asociación sin ánimo de lucro que tiene como objetivo principal la construcción de un espacio en el que gays, lesbianas, bisexuales y transexuales puedan practicar todo tipo de actividades deportivas de forma libre. No por ello, aclaran, el club se cierra exclusivamente a la comunidad LGTBI, sino que está abierta a cualquier persona que quiera compartir con ellos y ellas su pasión por el deporte, con independencia de su raza, procedencia u orientación sexual. Al mismo tiempo pretenden dar visibilidad a las muchas y muy diversas dificultades con las que se encuentra la comunidad LGTBI a la hora de practicar deporte con normalidad y las cuales resultan ajenas para la mayoría de la población.
A nivel político, el compromiso de Panteres Grogues queda también fuera de toda duda. Ante las excepcionales circunstancias que vive la ciudad condal en relación al procés, el club ha emitido en los últimos días un comunicado en el cual hace una llamada al diálogo entre los diversos actores políticos, condena cualquier tipo de violencia y, al mismo tiempo, exige el respeto y fiel cumplimiento por parte de las instituciones del estado de los derechos fundamentales de los ciudadanos, como son la libertad de expresión y manifestación.
En la actualidad, Panteres Grogues goza del apoyo de más de 1.000 socios y socias y cuenta con secciones en deportes tan diversos como danza, esquí, senderismo, tenis de mesa o Tai Chi. Por supuesto, también en los tradicionales fútbol, baloncesto, tenis, natación, voleibol o ciclismo entre otros, siendo además miembro de la International Gay & Lesbian Football Association y la Federación Catalana de voleibol, tenis y natación.
Imágenes: vía Panteres Grougues
