Ahí estaba él.
El pequeño que jugaba en su cuarto a encestar calcetines, soñando con, algún día, convertirse en jugador profesional y campeón de la NBA.
Este domingo, el ídolo mundial del baloncesto Kobe Bryant falleció en un accidente de helicóptero en California, a sus 41 años. Una noticia trágica e inesperada que nos enluta a todos. Un 26 de enero donde nos dejó un jugador extraordinario de logros legendarios.
La estrella del baloncesto que regresa a su lugar allá en el cielo. Paradójicamente, se fue volando. Como tantas veces nos deslumbró. Como tantas veces nos enseñó su talento.
Junto a él iba Gigi. La segunda de sus hijas. Admiradora y heredera de su talento. A su ritmo, sin la intención de ser la sombra de su padre, pero sabiendo que el talento solo estaba en su sangre.
Siempre juntos. Como una historia de amigos inseparables. Y así seguirán, alrededor de conversaciones, como un padre que vela por su hija, y una hija que le enseña a él un nuevo mundo. Como colegas de genuina pasión, como lo que eran, amigos.
Querido Kobe,
Gracias.
Texto: Joaquin Escalante