Un gesto tan corriente como pintarse las uñas ha servido para denunciar el racismo y además para poner de manifiesto todo el trabajo que queda por delante para acabar con la homofobia.
Iglesias, que acudió a un entrenamiento con su club, Real Betis Balompié, con las uñas pintadas de negro, recibió todo tipo de insultos a través de la red social Twitter. El propio futbolista respondió a uno de los comentarios, que pedía la rescisión de su contrato.
Está claro que hay un gran problema con el racismo a nivel global, siendo Estados Unidos uno de los puntos calientes de esta lacra sistemática, pero aquí en España, nuestro amigo, nuestro vecino o con quien compartimos grada en los estadios, puede ser uno de esos ‘aficionados’ sin ningún tipo de respeto ni conciencia.