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El regreso de los mineros

Publicado: 22 / 06
Categoría: Fútbol

El regreso de los mineros

Publicado: 22 / 06
Categoría: Fútbol

Mientras hace apenas un mes todo parecía indicar que las principales ligas deportivas europeas iban a bajar la persiana, ya, por fin, tenemos el fútbol de vuelta (o al menos algo que se le parece). Sin embargo, unas semanas atrás, en medio de una gran incertidumbre, sin miradas de reojo y ahorrándose los eternos debates que estaban teniendo lugar en el resto del continente, hubo un país en el que se tomó la decisión suspender definitivamente todas las competiciones.

El gobierno francés anunciaba el pasado 30 de abril que sus ligas profesionales y amateurs se daban por concluidas, dejando a la mayoría de aficionados galos pasmados y desencadenando numerosas protestas por parte de algunos clubes históricos del país. Especialmente sonora fue la del Olympique de Lyon de la mano de su (casi) todopoderoso presidente Jean Michel Aulas. En cambio, esta decisión se festejaba por todo lo alto en un lugar muy peculiar del norte de Francia. Y no, no me refiero a la gélida celebración del noveno título de liga por parte de Neymar, Mbappé y compañía.

A unos 200 km. al norte de París, en una zona que parece escapar del elitismo exagerado de la capital, en una región que, por un motivo u otro, siempre anda en boca de todos los franceses, los campanarios repicaban melodías de celebración y las calles desiertas se adornaban con banderas rojas y amarillas. Éxtasis en tiempo de confinamiento. El Racing Club de Lens volvería a la máxima categoría francesa diez temporadas después, y todo aficionado al fútbol francés sabía que esto va iba traer cola…

Wikimedia Commons

Para los que no conozcan la ciudad de Lens, pues bueno, seamos sinceros, no es el destino nacional que elegirían Nicolas Sarkozy y Carla Bruni para pasar una semana de vacaciones. En Lens no hay rascacielos ni bistro’s caros y los turistas se pueden contar con los dedos de una mano. Sin embargo, esta pequeña ciudad norteña parece transformarse cuando tienen lugar los dos eventos más sagrados para cualquier ‘Lensois’: Su folklórico “Carnaval des géants” (muy al estilo Ch’ti) y, sobre todo, cualquier partido de su Racing Club de Lens. Podéis llegaros a imaginar el espectáculo que supone congregar a casi 40.000 fanáticos en una ciudad de unos 30.000 habitantes cada dos fines de semana. Como os decía, seguramente, Lens no esté en la agenda vacacional de ninguna familia francesa, pero para cuatro colegas que quieren beber buena cerveza y experimentar una manera muy especial de vivir un partido de fútbol, este lugar puede convertirse en un destino estrella. Yo tuve la suerte de descubrirlo.

Era febrero del 2017 y por aquel entonces yo estudiaba en Lille, que queda como a unos 30 km. de la ciudad de Lens. Durante mi tiempo allí entablé una buena amistad con un tipo tan majo como peculiar. ‘Seb’ siempre hablaba de lo mismo, nunca hacía planes los fines de semana y habitualmente discutía con otros compañeros de clase. Al poco tiempo me di cuenta de que estos tres comportamientos tenían un denominador común: su amado Racing Club de Lens. Seb era un ‘Ch’ti’ en toda regla. Éste es el sobrenombre con el que se conoce a los habitantes originarios de la región norte de Francia. Los Cht’is son en muchas ocasiones objeto de chiste por parte del resto de la población francesa. Tienen un acento muy característico, viven estigmatizados por su estilo de vida rural y quizá sea cierto que no gozan de ese glamour que se les atribuye a otras regiones del país. Este era, sin lugar a dudas, el motivo de las constantes discusiones de mi amigo con otros alumnos originales de París, Lyon o Marsella.

Pasaron algunas semanas durante las que Seb me contó toda la historia y actualidad de su querido club. Alardeaba de que en el estadio Bollaert-Daleilis de Lens se reunían en cada partido más personas que las que habitaban en la propia ciudad y me demostraba una y otra vez el orgullo de pertenecer al que, según él, era el mejor grupo ultra de Francia. Una mañana de febrero en la que, como de costumbre, llegué tarde a clase, Seb estaba esperándome para darme una noticia que yo llevaba tiempo queriendo escuchar. Había conseguido una entrada para mí, en la grada de los Red Tigers, para el partido contra el Troyes de ese mismo fin de semana. A día de hoy sigo convencido de que aquello fue una trampa y lo que mi amigo realmente quería era convertirme en su fiel escudero ante los ataques de los demás compañeros de clase. Él sabía perfectamente que aquel sábado iba a conseguir que me enamorara de Lens y yo tenía claro que él era el mejor anfitrión que podía encontrar para descubrir aquella ciudad. El tiempo nos demostró que ninguno de los dos estábamos equivocados.

El carbón

La historia de la ciudad de Lens se erige sobre los yacimientos de carbón que han dado de comer a prácticamente toda la región durante un siglo y medio. De hecho, fueron mineros desempleados quienes, hace más de ochenta años, levantaron la construcción de lo que hoy es hogar del RC Lens, el Stade Bollaert- Delelis, que debe su nombre al entonces director comercial de la compañía minera de la ciudad, Felix Bollaert. Los Lensois y la mina han ido de la mano durante generaciones. El carbón era el pan de cada día, el trabajo del padre, el futuro del hijo y la preocupación de la madre. Durante la segunda mitad del siglo pasado, bajo un clima de estabilidad y empleo garantizado, el R.C. Lens se consagró como uno de los referentes futbolísticos de la nación francesa, habiendo sumado hasta día de hoy 58 temporadas en la primera categoría y, al mismo tiempo que el club se iba haciendo hueco en las portadas de los principales rotativos franceses, sus aficionados se ganaban la fama de ser unos de los más leales y numerosos del país.

Los niños de la cuenca minera de Lens suben al autobús camino al Stade Bollaert-Delelis. Facebook: Vintage RC Lens
La “Section Sallaumines” de los aficionados del R.C. Lens se desplaza al Stade Français. Facebook: Vintage RC Lens

Pero la vida en la región iba a cambiar drásticamente en la década de los 90. El cierre de la última gran mina de carbón obligaba a su gente a buscarse un nuevo devenir. Además del drástico cambio económico que ello implicaba, este hecho representaba un desafío mucho más profundo para los Ch’tis, un ataque directo a su identidad común, históricos mineros eternamente orgullosos de la valentía de sus antepasados en la peligrosa labor de la extracción de carbón. Durante la difícil travesía por esa situación históricamente inestable y con un futuro incierto para las familias de la región, en Lens hubo un solo factor, de vital importancia para sus habitantes, que permaneció inalterable.

Como ha ocurrido en innumerables situaciones de agitación política y económica durante nuestra historia moderna, fue una vez más el orgullo por el club de fútbol local lo que ayudó a los miles de habitantes de esta ciudad a permanecer unidos, aunque fuera solamente durante un día a la semana. El destino (o la casualidad) iba a querer que esa década, la de los 90, fuera la más exitosa para el club de Lens, cosechando la única Ligue 1 de sus más de cien años de historia además de una Copa de la Liga y diversas participaciones en Europa seguidas.

Facebook: Vintage RC Lens

Desde entonces hay una máxima en Lens que nadie se atreve a rebatir. El fútbol es el termómetro de la región. Cuando el Racing Club va bien, la economía va bien, la política va bien y hasta parece que el lluvioso y frío clima típico de la zona da pequeñas treguas a sus habitantes. Lo cierto es que la última década de siglo XX obligó a reinventar una forma de vida de más de un siglo de antigüedad, pero ahora Lens, aunque recuerda con nostalgia su pasado minero, goza de un tejido empresarial más diversificado y sano, prácticamente inimaginable cuarenta años atrás.

La previa

Recuerdo el camino hasta aquella ciudad como si lo hubiera hecho esta misma mañana. Independientemente del trayecto que tomes, según te vayas acercando a Lens, empezaras a divisar en el horizonte unos grandes montículos que parecen estar hechos de arena fina. Unas colinas teñidas de un color oscuro que, si no te has interesado un mínimo por la historia de la región, no entenderás que pintan allí. Fue Seb quien, adelantándose a mi pregunta, me explicó que se trataban de las famosas ‘Terrils de Charbon’ una de las herencias más ilustrativas de la tradición minera de aquella zona.

“Les terrils de charbon” La Voix du Nord

Como os he avanzado anteriormente, cuando el R. C. Lens juega en el Bollaert-Delelis la ciudad cambia por completo de parecer. Las calles se llenan de gente proveniente de todos los pueblos de la región y los bares pasan de ser lugares tranquilos en los que se reúnen los cuatro parroquianos habituales a convertirse en auténticas verbenas durante unas cuantas horas. Aunque los clichés que se les atribuyen a los Ch’tis por parte del resto de franceses son principalmente denigrantes, hay uno, seguramente el más cierto de todos y representado a la perfección en la que ha sido la película nacional más taquillera de la historia de país (Bienvenidos al Norte, Dany Boon 2008), que les posiciona como la región más hospitalaria de Francia. Pasé todo el día entre dos bares cercanos al estadio. Cánticos, cerveza y muchas copas de whisky de las que no pude pagar ni una, y no fue porque no llevara dinero conmigo, sino porque todos y cada uno de los amigos de Seb se empeñaban en invitarme y, junto a cada copa que pedían en la barra, añadían una extra para “el español”.

Facebook: Vintage RC Lens

Entramos al estadio con el tiempo muy justo, se nos había alargado la previa. Con prisas subimos las escaleras del estadio y al salir del vomitorio vi algo que, aunque ya esperaba encontrar, nunca había visto hasta entonces. Los Red Tigers, grupo ultra del R.C. Lens, eran tan numerosos que, en lugar de situarse detrás de la portería o en algún rincón marginal del campo para que no molesten demasiado, gozaban de una ubicación privilegiada en la tribuna del estadio, ocupando casi todo en el lateral del terreno de juego. Una declaración de intenciones de un club que reconoce a su público como el mejor de los activos que poseen. Al presenciar aquello (y con unos cuantos cubatas en el cuerpo) me quedé unos segundos embobado y justo entonces recordé algo…

La Voix Du Nord

Les Corons

Un par de días antes del partido, mi anfitrión me envió por correo un enlace a YouTube. Si no me aprendía de memoria la canción a la que redirigía aquel link, no iba a entrar en su coche el sábado. Todavía no sé si me estaba vacilando o si realmente se le olvidó, la cuestión es que yo había subido a su coche, había pasado todo el día como un supporter más y ya estaba incluso dentro del estadio. Como ya sabéis, los Cht’is son gente de costumbres muy particulares, pero si hay algo genuinamente Lensois, la más auténtica expresión de orgullo que existe hacia su club, esa es la canción de “Les Corons”. Sinceramente no creo que haya una sola persona en toda la ciudad que no conozca su letra, supongo que por eso insistió tanto Seb en que la memorizara, para que cuando llegara el momento yo no pegara el ‘cantazo’ de forastero. El término “Corons” hace tributo a las viviendas de acogida construidas para la mano de obra de las minas de carbón y para sus respectivas familias, construcciones de ladrillo rojo muy singulares que dieron forma a la arquitectura de la región durante un siglo entero.

Para que lo entendáis, “Les Corons” no es un cántico de aliento a los jugadores que están sobre el césped, su letra homenajea a los antepasados de las casi 40.000 almas que asisten al estadio en cada partido. Algunos cantan en honor a sus abuelos, otros lo hacen recordando el sacrificio de sus padres y, los más longevos, los que llevan más de medio siglo asistiendo a ese estadio, se transportan durante unos segundos hasta una época en la que se jugaban la vida a diario intentando construir un futuro mejor para su comunidad. El sentimiento que despierta entre los asistentes este himno, unido a la pasión innata que se les atribuye a los Ch’tis, hace que no sea extraño ver lágrimas en los ojos de muchos aficionados durante el tiempo de descanso de cada partido que el R.C. Lens juega en el Bollaert-Delelis.

Lensois.com

Sí, Lens es así de especial, el himno por excelencia de la afición se corea únicamente instantes más tarde de que el árbitro pite el final de la primera mitad. Cómo imaginaréis, aquella tarde, al terminar unos primeros 45 minutos en los que no me enteré prácticamente de nada de lo que había ocurrido sobre el césped, las decenas de miles de hinchas allí presentes se quedaron inmóviles, ocupando fielmente sus respectivos asientos. Había llegado el momento. En las gradas se hizo un silencio sepulcral y todo el mundo a mi alrededor empezó a alzar sus bufandas. Yo, como no tenía una propia, enganché con dos dedos la de Seb y me camuflé entre aquella marabunta. Los ‘capos’ de la tribuna entonaron la primera frase y el ritmo lento pero intenso de “Les Corons” creó allí una atmósfera inigualable. El himno resonó en el Bollaert-Delelis como si de una final se tratara. Algo parecido a experimentar el “You’ll never walk alone” en Anfield Road o en el Celtic Park, pero en versión underground.

“Au Nord c’étaient les corons, La terre c’était le charbon, le ciel c’était l’horizon… Les hommes des mineurs de fond”

Le Monde
La plantilla del RC Lens visita el antiguo barrio minero de la ciudad. RCLens.fr

El Racing Club de Lens

Lo que iba a ocurrir sobre el terreno de juego en aquel partido iba a ser lo de menos. 0-0 contra el Troyes. No esperaba lambrettas ni regates imposibles, pero un gol aunque fuera… Lo único que se celebró allí fue alguna dura entrada de los jugadores locales, que no tendrían una calidad desbordante, pero disputaban cada balón dividido como si les fuera la vida en ello y, por si en algún momento se les olvidaba lo que representa en Lens enfundarse la camiseta rojigualda, ahí estaba la respetada tribuna para recordarles que, en ‘El Norte’, el esfuerzo es innegociable. El estadio Balloert-Delelis es uno de esos lugares en los que los ojos, al menos los míos, se dirigen más a menudo a las gradas que al terreno de juego. Observar las caras, los cánticos y la ‘ferveur’ de los Ch’tis en su hogar ayuda a entender su pasado y su tan marcada identidad, pero es solamente si consigues entablar una conversación con ellos cuando llegas a comprender la situación por la que están pasando actualmente. Durante los últimos 15 años los resultados deportivos del R.C. Lens han hecho que el club se convierta en una sombra de lo que llegó a ser a finales del siglo pasado. En este tiempo el equipo ha vagado por la segunda división francesa, con algún ascenso icónico a la Ligue 1 que en ningún caso ha durado más de un año.

Los “Sang et Or”, que así se les conoce por sus colores rojo y gualda, se han ilusionado con un ascenso anulado por la desastrosa situación económica del club en 2014 y con una entrada de inversión del Atlético de Madrid que se convirtió más en anecdótica que en resultadista. Durante estos años, en Lens, se han tenido que conformar con la medalla de ser una de las ‘minas’ de talento joven más fructíferas del país galo. Raphael Varane, Serge Aurier, Adel Taraabt o Geoffrey Kondogbia no tuvieron un recorrido demasiado largo en el primer equipo de Lens y echaron a volar antes de conseguir nada relevante con el club que los vio crecer. Ahora, por fin, 10 años después, vuelve a la élite nacional un club que ha pasado demasiado tiempo en una categoría que no le pertenece.

Stade de France. El Lens cae derrotado en la final de la copa de Francia. La Voix Du Nord.

Durante los días posteriores a aquel partido no dejé de darle vueltas a la cabeza intentando comprender que podía hacer a aquellos aficionados tan incondicionalmente leales, pero me acabé dando por vencido. Seb lo había conseguido, a mí también me habían cautivado. Al principio sentí una gran lástima. El Lens es uno de esos clubes en peligro de extinción en los que el juego de sus futbolistas nunca podrá estar al nivel de su afición. Sin embargo, al mismo tiempo me di cuenta de que, entre éstos y los que ganan mucho pero sienten muy poco, yo al menos me quedaba con los primeros. También reflexioné sobre la idea de que a un club así, en mi imaginación, no le debería corresponder la aburrida lucha de estar entre la octava y la decimoquinta plaza temporada tras temporada y llegué a la conclusión de que es precisamente para esta gente para la que está reservada la emoción pura del fútbol. Merecen vivirla radicalmente y, si ya habían estado una década agonizando en el infierno, pronto debería llegarles la oportunidad de tocar el cielo. Al menos en mi utópico mundo justo.

Ahora Francia se prepara para que el Racing Club de Lens vuelva a subirse al escenario principal. A los estadios del país galo no les quedará otra opción que resignarse a ser conquistados por los miles de Ch’tis que se desplazan no importa dónde para acompañar a su equipo en cada partido a domicilio por lo que, inevitablemente, Seb seguirá volviéndose invisible en cada plan de fin de semana. Con el regreso de los mineros a la máxima categoría es indudable que La Ligue 1 gana en espectáculo. En las gradas está asegurado. Sobre el césped… habrá que verlo.

10.000 Lensois desplazados a París. RCLens.com