Durante este último año hemos asistido a una notable cantidad de re-diseños que, aparte de polémicas con su afición o alabanzas por parte del gremio gráfico, han supuesto un nuevo rumbo para la realidad a la que se enfrentan los clubes de fútbol. Pariendo un nuevo paradigma que, sin dejar de lado a la afición como activo sentimental imprescindible, se rige más bien por las reglas económicas del (no tan) futuro balompié.
Así, hemos conocido los sonados casos de la Juventus y el Atlético de Madrid. El primero sobre un rebranding total que sustituye el clasicismo simbólico del escudo por una marca comercial bien argumentada. Mientras que el segundo ha optado por reinventar su imagen ante la cantidad de cambios que está experimentando, modernizando sustancialmente toda su identidad de club.
Pero hay más. El Brentford inglés, muy cerca de la Premier League, estrena estadio y nueva mascota en forma de abeja facetada para protagonizar su escudo. El Guillermo Brown argentino reformula su pasado estético adaptando sus señas de identidad mediante un diseño con el ancla del club como estandarte. Por su parte, el emblemático Genk de Bélgica cambia totalmente su emblema para hacerlo sobre un patrón mucho más moderno y reconocible. Algo así como el North Carolina FC. Que además de presentar nuevo nombre (antes conocidos como Carolina Railhawks), también presume de escudo y colores inéditos.
Una forma, la de todos estos equipos, de adaptarse a las circunstancias comerciales y gráficas sobre sus activos más importantes. Ya que el escudo podrá ser más grande, más redondo o más colorido. Pero además de identificar a cada club sobre el terreno de juego, acabará besado por la estrella del momento para demostrar a su afición que es (realmente) lo más querido.
