Skip to Content

Cholismo a la deriva

Publicado: 03 / 02
Categoría: Fútbol

Cholismo a la deriva

Publicado: 03 / 02
Categoría: Fútbol

En mayo de 2014 el ​Atlético de Madrid​ tocó el cielo. Tras 18 años, volvió a ganar la competición nacional más importante y rompió la hegemonía Madrid-Barça que llevaba mucho tiempo instaurada en el panorama futbolístico español.

Y es que el equipo del ​Cholo​ destilaba pasión, garra, entrega y energía. Junto con destellos de clase y pinceladas de sutileza se creó un ecosistema en el que todo el mundo –jugadores, cuerpo técnico y afición– remaban en la misma dirección, viéndose capaces de superar hasta la más fuerte de las corrientes.

Gabi, Godín, Juanfran, Raúl García, Koke o Diego Costa eran iconos de la plantilla, y personifican perfectamente el espíritu del ​cholismo​. Destaca que la llegada de estos jugadores fue casi simultánea a la de Simeone (que fue contratado en diciembre de la misma temporada), por lo que llevaban poco tiempo en el club y el argentino pudo moldearlos a su forma y estilo. Desde el primer momento hubo una ​conexión especial entre el grupo y el míster.

Como bien es sabido, bajo la filosofía del cholismo no sirve no trabajar en el campo. Durante los primeros años de éxitos, hasta jugadores como Arda Turan o Diego Ribas –genios del balón por excelencia y algo desentendidos de las labores de brega– metían la pierna en cada duelo y corrían a tapar los espacios atrás. Reinaba un clima de compromiso con el que los 23 jugadores de la plantilla se veían identificados.

La clave fue que la confección de la plantilla fue creada a imagen y semejanza de su nuevo entrenador. Los 11 elegidos eran la perfecta extensión de su filosofía plasmada en el campo. 11 guerreros que lo daban todo por el que tenían dando instrucciones en la banda. El núcleo duro del vestuario llevaba el cholismo en vena, y había visto como un equipo con ciertas limitaciones ganaba dos ediciones de la –por entonces– ​UEFA​ y era capaz de vencer al ganador de la Champions League para alzarse con sendas ​Supercopas de Europa​.

Ese equipo era imperial en el juego aéreo gracias a Godín, Miranda o Raúl García y, muy a menudo, desatascaban los partidos de esta forma. Además, si el Atleti conseguía adelantarse en el marcador era muy complicado igualar la contienda, ya que contaba con unas sólidas líneas defensivas y un muro en la portería, primero con Thibaut Courtois y posteriormente con el 4 veces Trofeo Zamora, Jan Oblak.

Pero tras 7 años en el puesto, el ‘efecto Cholo’ se está diluyendo. Se ha mejorado enormemente la plantilla con desembolsos por jugadores a la altura de los grandes clubes europeos, se han cambiado las instalaciones debido a la mudanza al ​Wanda Metropolitano y, ahora, los colchoneros están en todas las quinielas de la lucha por los títulos, pero la dirección deportiva apenas ha evolucionado en este tiempo.

El problema es que el plan de Simeone sigue siendo el mismo a pesar de tener jugadores de primer nivel mundial en sus filas. El juego defensivo y sólido está empezando a pasar factura tanto en los jugadores como en la afición. Indiscutiblemente, el Atlético de Madrid tiene una plantilla que sería capaz de jugar un fútbol mucho más vistoso que el que practica hoy en día y, cuando los resultados no llegan, la afición exige cambios.

No puede ser que ​Joao Félix​ juegue a 60 metros de la portería rival o que el exquisito ​Saúl se encuentre realizando labores de contención en el lateral. A los genios hay que dejarles crear, a pesar de que esto implique ciertas dosis de locura y anarquía, pero si a los magos del balón no les das una varita, difícilmente van a poder ser ellos mismos.

Es totalmente comprensible que los aficionados quieran ver un juego más divertido, en el que su equipo proponga e imponga, y –cada vez más– parece que los jugadores también lo quieren. Es por ello que en las oficinas rojiblancas se teme que se dé una desconexión entre la plantilla y el entrenador. Las directrices son claras, pero con el nivel que ha alcanzado el Atlético de Madrid en todos los sentidos, las expectativas de juego son muy superiores a lo que se demuestra cada fin de semana.

El nuevo clima tampoco ayuda. La más que polémica mudanza del ​Vicente Calderón​ –en el núcleo de la capital– al Wanda Metropolitano –en las afueras– ha hecho que se pierda, en cierta manera, el espíritu romántico de “equipo del pueblo”. Si bien es cierto que el nuevo estadio es magnífico en todos los sentidos, el sentimiento colchonero que le rodea es algo más aséptico que el mostrado en el antiguo feudo rojiblanco en el que han crecido multitud de generaciones.

Y es que el Atleti tiene la capacidad y los medios para aspirar a mucho más. Y debe hacerlo. Porque la fórmula del éxito puede quedarse obsoleta de la noche a la mañana, y esto del fútbol es ​evolucionar o morir​.